04 Jun La Bancarización Sostenible, una realidad en América Latina
- Las empresas buscan no sólo ser las mejores en el mundo, si no las mejores para el mundo.
- Es el Año de las Economías Creativas.
Por Edith González
Este año viene con mucha fuerza la tendencia hacia las finanzas sostenibles. Los bancos tradicionales ya están empezando a ver con mejores ojos el financiamiento a empresas con fines ‘verdes’. Por ejemplo, recordemos que a inicios del año pasado, el “inversionista más poderoso del mundo”, Larry Fink, anunció que las inversiones verdes son rentables y se pronunció a favor de los criterios de sostenibilidad.
Sin embargo, desde hace décadas existe la ‘otra bancarización’ la de la banca independiente o ética que financia sectores de la economía que son claves para construir un mundo mejor, como el de la educación o el medio ambiente, y que han quedado fuera del sistema financiero tradicional por considerarlos de riesgo.
La banca ética se sustenta en tres pilares:
- los criterios de inversión que definen en qué se va a invertir el dinero y en qué no, priorizando el beneficio para las personas y la salud del planeta antes que las ganancias económicas;
- el segundo es la transparencia total, se asume el deber de informar a los clientes en qué se está invirtiendo su dinero y
- las personas que trabajan en la banca ética no reciben bonos o comisiones que los incentiven a endeudar a las personas, pero sí reciben retornos económicos, tan competitivos como los del sistema financiero tradicional.
En América Latina, desde el 2018 existe la banca ética en Santiago de Chile, Chile; Sao Paulo, Brasil; Buenos Aires, Argentina; Montevideo, Uruguay y próximamente en Colombia en las ciudades de Medellín y Bogotá y en la Ciudad de México, México. A octubre del 2020, ha gestionado créditos por 28 mil millones de dólares para empresas con propósito que generan un impacto positivo, con un total de 350 operaciones y cerca de 2,800 inversionistas.
Su promotor, el banquero catalán Joan Antoni Melé, Presidente de la Fundación Dinero y Conciencia, de la mano de la Fundación Avina y la organización Sistemas B, impulsa este tipo de inversión, la cual a la fecha y pese a la pandemia de la COVID-19, en Chile ha incrementado en un 40% su cartera de clientes y un 27% los montos de financiamiento para proyectos tan diversos como agricultura orgánica, viviendas sostenibles, energías renovables o empresas de reciclaje.
Este año, la plataforma de la Banca Ética Latinoamericana, proyecta cerrar con más de 26 mil millones en operaciones y eso que aún no es un banco como tal. Se trata de una financiadora que funciona con un modelo de crowdlending, es financiamiento colectivo. Se evalúa a las empresas con criterios financieros, ambientales y sociales, para que los inversionistas sepan y tengan la confianza de que su dinero se invierte en proyectos positivos y al final obtienen entre el 6 y 9% de rentabilidad, “se invierte en economía real, nada de especulación”, señalan sus promotores. La meta es que en 2022 ya obtenga la licencia bancaria en Chile.
Al respecto, Joan Melé explica: “Los bancos no tienen dinero, gestionan nuestro dinero. Entonces si queremos tener empresas que hagan un cambio positivo y contribuyan a mejorar la calidad de vida de las personas, tengamos un sistema financiero que los apoye, que brinde más importancia a las personas y a la tierra que al dinero”, afirmó en el conversatorio Banca ética y las Industrias Creativas en Latinoamérica, realizada el 29 de marzo. Mele, quien pasó de ser banquero en Europa para adentrarse en América Latina, fue cofundador de Triodos Bank en España en la década de los noventa.
Por su parte, el socio de Banca Ética Latinoamericana, Guillermo Scallan, Cofundador de la Fundación Avina señaló que “la oportunidad más importante que se está incubando en este momento en Latinoamérica es la banca ética, desde la perspectiva del potencial que tiene de transformar la región, pero a la vez es la de más vertiginoso crecimiento en los últimos dos años”.
Un modelo financiero no tan nuevo
En la década de los setenta un grupo de activistas se percató de que a través de los bancos, donde tenían guardado su dinero, estaban -de manera indirecta- financiando guerras y conflictos armados, entonces se preguntaron ¿qué pasaría si existiera un banco que financiara únicamente a empresas y proyectos de beneficio social, con una visión sustentable? Así nació la banca ética.
El primer banco ético que surgió fue Triodos Bank, uno de los primeros bancos en invertir en energías renovables, luego el GLS Bank, en Alemania dedicado a otorgar créditos únicamente a negocios sostenibles y el Grameen Bank fundado por el economista y premio Nobel, Muhammad Yunus.
Esta nueva forma de invertir se propagó rápidamente por todo el mundo y a la fecha ya existen 66 instituciones bancarias de este tipo reunidas en la Alianza Global para la Banca con Valores (GABV, por sus siglas en inglés), una red mundial de bancos independientes y sostenibles que cuenta con más de 40 millones de clientes, 200 mil millones de dólares en activos y 70 mil trabajadores.
En paralelo a este modelo de finanzas sostenibles, se han creado otros modelos de desarrollo económico que contribuyen a redefinir el objeto de las empresas, para que no sólo sean las mejores del mundo, sino las mejores para el mundo.
Este modelo son las empresas B, un sello global para las empresas con propósito, es decir, que obtienen un certificado que las reconoce como empresas que no persiguen sólo un beneficio económico,
sino además se comprometen con un menor impacto ambiental y con el bienestar de la comunidad. Si bien, no son empresas perfectas, sí asumen un compromiso de mejora continua y ponen en el centro de su modelo de negocios el propósito socioambiental. De acuerdo con datos de B Lab, en el mundo hay 3,863 empresas de 71 países con este sello y en América Latina suman 680.
Otro modelo de este tipo de empresas, muy desarrollado en Latinoamérica son las sociedades BIC (Beneficio e Interés Colectivo) o cooperativas, estas empresas grandes, medianas, pequeñas, nuevas o antiguas, reconocen desde su constitución legal su modelo de negocio basado en el triple impacto: económico, social y ambiental.
Inversiones, bonos, financiamiento o seguros verdes será la nueva forma de pensar y hacer negocios en América Latina, sin embargo, también lo será el hacer las cosas diferentes, pensando no solo en ser las mejores del mundo, sino las mejores para el mundo.
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